El 6 de febrero de 2023 fue el día que la tierra tembló. Más de 1,5 millones de personas se quedaron sin hogar. A día de hoy, muchas de ellas siguen sin un refugio seguro y digno.
El lunes 6 de febrero de 2023, dos terremotos de magnitud 7,7 y 7,6 en el sureste de Turquía sacudieron a un total de 11 provincias. Según la OCHA, se estima que 9,1 millones de personas resultaron directamente afectadas. Más de 300.000 edificios se derrumbaron o resultaron gravemente dañados y ciudades enteras como Antakya deben ser reconstruidas desde cero.
En GAiN respondimos al desastre de inmediato, enviando un Equipo DART a la zona y enfocándonos en la necesidad más urgente: refugio. A día de hoy, esta sigue siendo nuestra prioridad junto a nuestros colaboradores locales: proveer refugios y ayudar a acondicionarlospara que las familias puedan vivir en un lugar seguro y digno mientras buscan una solución permanente para el futuro.
Durante nuestro trabajo en Turquía tenemos oportunidad de conocer a familias como las de Defne* que lo han perdido todo y aun así no dejan de compartir lo poco que les queda.
Toprac es uno de los muchos niños que, de la noche a la mañana, quedaron sin hogar tras el terremoto. El miedo que sintió ese día difícilmente se le olvidará, pero tampoco el día en el que recibió su nuevo hogar.
¿Tienes miedo de otro terremoto?», le pregunté a Toprak, de 10 años, de Iskenderun. «Quizá después de los tres primeros, pero ya no». Nos pasamos el teléfono de un lado a otro, trabajando con Google Translate. «Durante 1 minuto y 45 segundos, el suelo se volvió loco. Me asusté mucho. Se oía el crujido de las paredes».
Toprak y su familia vivían en el primer piso de un edificio en Iskenderun (provincia de Hatay), y aunque su edificio sigue en pie, no es seguro. Tras el primer terremoto, Toprak y toda su familia durmieron en el balcón de su primer piso por si ocurría algo más. No entraban en la cocina porque temían que el frigorífico les cayera encima en el siguiente seísmo.
La familia está ahora con la tía de Toprak, que vive en un edificio más nuevo que sigue siendo seguro. Su abuela recibió una de nuestras casitas de madera. Toprak nos ayudó mucho, y su padre y sus tíos también se unieron a nosotros para construir juntos lo que será su hogar durante los próximos meses y probablemente incluso años.
Cuando hicimos una pausa, le dije que ahora éramos amigos, pero me paró y me dijo: «No. Ahora somos sangre». Siguió preguntándome por qué habíamos venido a Turquía y si teníamos miedo. Le dije que, sinceramente, tenía un poco de miedo. Sabemos que la gente de Turquía necesita nuestra ayuda, y estamos aquí por ellos. Me dio un fuerte abrazo y volvió a darme las gracias por venir.
Antioquía (Turquía)
Por Mitch K (voluntaria del equipo DART en Turquía)
Cuando la tierra empezó a temblar, Defne* y su familia estaban durmiendo. No tuvieron tiempo de recoger sus cosas ni de llevarse nada, simplemente huyeron. Esta abuela de 65 años y once hijos durmió las dos semanas siguientes con su marido y su hijo en un coche. El único coche que quedaba. Antes su familia tenía tres casas, cuatro coches y una tienda; ahora a Defne sólo le queda la ropa que lleva puesta.
Conocimos a la familia cuando construíamos casitas para ellos. Dos casas para una familia de 15 miembros. En ese momento se alojaban en la casa dañada de uno de sus vecinos y Defne nos cuenta lo emocionada que estaba por las nuevas casas y por poder volver a vivir con toda su familia. «Aquí es peligroso por la noche. Hay lobos y chacales que salen en la oscuridad. No podría quedarme aquí sola», afirma y nos invita al almuerzo lahmacun más rico que he probado nunca. «Siempre es así», me susurra uno de nosotros, «todas las familias nos invitan a comer y luego nos sirven más comida de la que podríamos comer».
Y de nuevo me quedo sin palabras. Sin palabras ante la hospitalidad y generosidad de esta gente. Gente que lo perdió todo y sigue dando a los demás de lo poco que tiene.
Con bastante probabilidad, no saldrías de tu país en una situación de guerra, persecución, hambruna o escasez, por una de dos razones:
No te sería necesario ya que, por ejemplo, eres de la mayoría religiosa y étnica y apoyas al partido dominante, además de tener ahorros y/o familiares económicamente solventes y dispuestos a ayudarte. Si este es tu caso, enhorabuena, no tendrás mucho de lo que preocuparte en comparación con el segundo caso y con las personas que se verán forzadas a huir, aunque a nadie le gusta vivir en un lugar donde la paz y los derechos humanos fundamentales brillan por su ausencia. Si se trata de una guerra, hay otro factor a tener en cuenta: no vivir en una zona en conflicto intenso. En ese caso, da igual tu ideología, creencia o poder adquisitivo. Las bombas no llaman puerta por puerta para preguntar.
Las circunstancias te impedirían huir aunque quisieras ya que, por ejemplo, por mucho que tu seguridad y la de tu familia corra peligro por tus posiciones políticas y creencias, ni tu ni tu familia extendida tiene el dinero suficiente para costear el viaje de huida. Si este es tu caso, lamentamos decirte que tu situación sería la menos deseada, viviendo en un lugar donde tu vida corre peligro por la violencia o por la extrema pobreza y falta de oportunidades (o por todas), sin poder aspirar a algo mejor. Soñarías con tener el mínimo dinero para escapar y, en el peor de los casos, puede que no viese más salida que la de venderte a las mafias con fines de explotación (sexual, laboral, etc.).
DE 5 A 8 – Tienes todas las de salir
Cuanto más se acerque tu puntuación al número 8, más razones tendrías para huir en busca de un lugar en el que intentar sembrar un futuro más esperanzador, principalmente por las siguientes razones:
Por capacidad adquisitiva: puedes costear el viaje y la supervivencia, al menos para los próximos meses. No obstante, es bastante probable que gastes todos tus ahorros y tengas que tirar de los ahorros de tu familia extendida, la cual esperará que les devuelvas el favor cuando alcances un destino relativamente estable. Es por eso que te urge encontrar una fuente de ingresos lo antes posible, aunque sea mínima, pero… ¡sorpresa! La solicitud de asilo tarda más de lo que debería y te encuentras junto a tu familia malviviendo durante meses y meses en un campo de refugiados donde lo único a lo que aspiras es al traslado a un campo de refugiados en mejores condiciones.
Por necesidad: tu vida y la de los tuyos está en juego. Por muy poco que tengas ahorrado o que tu familia extendida pueda prestarte, te será mejor encontrar la forma de huir. Cuanto menos dinero tengas, más larga y arriesgada será la ruta hacia tu país de destino. Con casi total seguridad, acabarás en un campo de refugiados o en algún complejo de acogida. Incluso en un campo de refugiados, el dinero del que dispongas puede determinar muchas cosas: tener más comida, más ropa, más mantas, más productos de higiene, tener instalación de luz, etc. Sin embargo, otras cosas no las podrás decidir por mucho dinero que traigas, por ejemplo: tener que compartir servicios y duchas con más de cien personas o el reducido espacio en la tienda que te asignen. Si eres hombre soltero, puede que ni siquiera te asignen tienda.
Por supuesto, hubieras deseado no tener que huir y, muy probablemente, no dejarás de mirar al futuro con la esperanza de volver algún día.
DESCUBRE MÁS EN LA EXPLICACIÓN DE LOS RESULTADOS MÁS ABAJO EN LA PÁGINA.
¿DE QUÉ LADO ESTARÍAS?
En una situación así, pocas personas se sienten realmente dueñas de su destino y las circunstancias personales juegan un papel determinante.
¿CUÁNTAS DE ESTAS AFIRMACIONES SON CIERTAS PARA TÍ?
Tengo ahorros suficientes para sobrevivir durante al menos cinco meses o podría conseguirlos (por ejemplo, vendiendo propiedades)
Soy hombre
Tengo hijos
Tengo familiares viviendo en otros países
Mi familia extendida tiene dinero de sobra para suplir nuestras necesidades básicas y estaría dispuesta a cubrirlas.
Pertenezco a una minoría étnica o religiosa (puede ser una minoría confesional, por ejemplo, protestantes en el cristianismo en España)
Voto o simpatizo con un partido político con ideología contraria al partido gobernante en estos momentos.
He compartido mi posición política o religiosa con personas fuera de mi familia (si has participado en concentraciones o manifestaciones, puedes sumar un punto extra)
Haz la suma y descubre tus posibilidades de acabar buscando una vida con más oportunidades fuera de tu país.
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