En medio de ambas crisis humanitarias, GAiN España está respondiendo junto a la iglesia local en Egipto para recibir a las familias y ayudarlas en todo aquello que esté en nuestra mano hacer.
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
La guerra en Gaza y la guerra y hambruna en Sudán son las dos mayores crisis humanitarias del momento. Y atrapada en medio de ellas se encuentra Egipto, a donde han huido ya más de 1,5 millones de sudaneses y cerca de 200.000 gazatíes.
NUESTRA AYUDA
- Distribución de alimentos, medicamentos, ropa y otros productos esenciales.
- Ayudas al pago de los tratamientos médicos que necesitan, especialmente niños y niñas.
- Ayudas al pago de una parte proporcional del alquiler de los apartamentos en los que se instalan las familias.
- Adquisición de electrodomésticos como lavadoras, neveras y hornillos de cocina
- Formación vocacional en costura, electricidad y otras profesiones útiles para la generación de ingresos
- Formación para el desarrollo comunitario y capacitación de líderes
- Actividades de animación sociocultural y enseñanza para los niños y niñas
- Jornadas clínicas de revisión médica
Samandag (Turquía)
Por Tyler C (miembro del Equipo DART en Turquía)
¿Tienes miedo de otro terremoto?», le pregunté a Toprak, de 10 años, de Iskenderun. «Quizá después de los tres primeros, pero ya no». Nos pasamos el teléfono de un lado a otro, trabajando con Google Translate. «Durante 1 minuto y 45 segundos, el suelo se volvió loco. Me asusté mucho. Se oía el crujido de las paredes».
Toprak y su familia vivían en el primer piso de un edificio en Iskenderun (provincia de Hatay), y aunque su edificio sigue en pie, no es seguro. Tras el primer terremoto, Toprak y toda su familia durmieron en el balcón de su primer piso por si ocurría algo más. No entraban en la cocina porque temían que el frigorífico les cayera encima en el siguiente seísmo.
La familia está ahora con la tía de Toprak, que vive en un edificio más nuevo que sigue siendo seguro. Su abuela recibió una de nuestras casitas de madera. Toprak nos ayudó mucho, y su padre y sus tíos también se unieron a nosotros para construir juntos lo que será su hogar durante los próximos meses y probablemente incluso años.
Cuando hicimos una pausa, le dije que ahora éramos amigos, pero me paró y me dijo: «No. Ahora somos sangre». Siguió preguntándome por qué habíamos venido a Turquía y si teníamos miedo. Le dije que, sinceramente, tenía un poco de miedo. Sabemos que la gente de Turquía necesita nuestra ayuda, y estamos aquí por ellos. Me dio un fuerte abrazo y volvió a darme las gracias por venir.
Antioquía (Turquía)
Por Mitch K (voluntaria del equipo DART en Turquía)
Cuando la tierra empezó a temblar, Defne* y su familia estaban durmiendo. No tuvieron tiempo de recoger sus cosas ni de llevarse nada, simplemente huyeron. Esta abuela de 65 años y once hijos durmió las dos semanas siguientes con su marido y su hijo en un coche. El único coche que quedaba. Antes su familia tenía tres casas, cuatro coches y una tienda; ahora a Defne sólo le queda la ropa que lleva puesta.
Conocimos a la familia cuando construíamos casitas para ellos. Dos casas para una familia de 15 miembros. En ese momento se alojaban en la casa dañada de uno de sus vecinos y Defne nos cuenta lo emocionada que estaba por las nuevas casas y por poder volver a vivir con toda su familia. «Aquí es peligroso por la noche. Hay lobos y chacales que salen en la oscuridad. No podría quedarme aquí sola», afirma y nos invita al almuerzo lahmacun más rico que he probado nunca. «Siempre es así», me susurra uno de nosotros, «todas las familias nos invitan a comer y luego nos sirven más comida de la que podríamos comer».
Y de nuevo me quedo sin palabras. Sin palabras ante la hospitalidad y generosidad de esta gente. Gente que lo perdió todo y sigue dando a los demás de lo poco que tiene.
*Nombre cambiado por razones de seguridad










