Tras conducir durante varias horas por la carretera asfaltada principal, llegamos a Kimbalabala, una pequeña aldea en el medio de la nada en Tanzania, en la que hay una escuela y una pequeña clínica. Pero sin electricidad, sin señal telefónica, y… sin agua.
El recurso de agua más cercano era un pantano a unos 3 kilómetros de distancia, donde las mujeres acudían a diario en busca de agua para sus hogares.
Fue allí donde conocí a Leila (ver foto), una de las mujeres de Kimbalabala. Todos los días iba y venía a ese pantano para conseguir agua para su familia. El agua estaba sucia y marrón, pero era la única agua del área. Hasta que GAiN llegó y perforó un pozo en su aldea.
Leila estaba emocionada por el nuevo pozo. ¡Y fue increíble el cambio que trajo! El pozo proporcionó agua limpia obtenida a 76 metros de profundidad bajo tierra. Agua en cantidades más que suficientes para el pueblo, la escuela y la clínica local.
El agua potable trae salud y oportunidades para la educación y el desarrollo. El agua potable trae vida.